Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron una representación del joven dios del maíz en la Zona Arqueológica de Palenque, en Chiapas. Se trata del primer hallazgo en el sitio de una cabeza estucada de esta importante deidad del panteón maya.
El descubrimiento se registró durante la temporada 2021 del proyecto “Conservación Arquitectónica y de los Acabados Decorativos de El Palacio”, la cual contó con recursos del Fondo de Embajadores del Departamento de Estado para la Preservación Cultural, auspiciado por el Gobierno de Estados Unidos.
En julio de ese año, el equipo interdisciplinario que integra la iniciativa, codirigida por el arqueólogo Arnoldo González Cruz y la restauradora Haydeé Orea Magaña, observó una cuidadosa alineación de piedras mientras retiraba el relleno de un pasillo que conecta las habitaciones de la Casa B de El Palacio con los de la adyacente Casa F.
Dentro de un receptáculo semicuadrado formado por tres paredes y bajo una capa de tierra suelta emergieron la nariz y la boca semiabierta de la divinidad. Conforme avanzó la exploración, se constató que la escultura es el eje de una rica ofrenda que se dispuso sobre un estanque de piso y paredes estucadas de casi 1 m de ancho por 3 m de largo, aproximadamente, para emular el ingreso de este dios al inframundo, en un entorno acuático.
«El descubrimiento del depósito nos permite empezar a conocer cómo los antiguos mayas de Palenque revivían de manera constante el pasaje mítico sobre el nacimiento, la muerte y la resurrección de la deidad del maíz”, sostiene el investigador del Centro INAH Chiapas, Arnoldo González Cruz.
El arqueólogo y sus colegas Carlos Varela Scherrer y Wenceslao Urbina Cruz, quienes asistieron como jefes de campo, detallan que la cabeza estucada con una longitud y un ancho máximos de 45 cm y 16 cm, de manera respectiva, y 22 cm de altura guardaba una orientación este-oeste, lo que simbolizaría el nacimiento de la planta del maíz con los primeros rayos del sol.
“La escultura, la cual debió ser modelada alrededor de un soporte de piedra caliza, tiene características gráciles: el mentón es afilado, pronunciado y partido; los labios son finos y se proyectan hacia afuera el inferior ligeramente hacia abajo y muestran los incisivos superiores. Los pómulos son finos y redondeados; y los ojos, alargados y delgados. De la frente amplia, larga, aplanada y de forma rectangular, nace una nariz ancha y pronunciada”, detallan.
Otro vestigio, por demás significativo, son los fragmentos de un plato trípode sobre el que se dispuso la escultura, ya que ésta “se concibió originalmente como una cabeza cercenada”. Tal idea surge al contrastar la iconografía del joven dios del maíz en otras piezas y documentos, como una serie de platos del periodo Clásico Tardío (600-850 d. C.), una vasija de la región de Tikal, del Clásico Temprano (150-600 d. C.), y representaciones en los códices Dresde y Madrid, en los que esta deidad o personajes vinculados a ella, aparecen con la cabeza cortada.
Por el tipo cerámico del plato trípode que acompañaba la cabeza del “joven dios del maíz tonsurado” calificativo que alude al cabello recortado del numen, el cual recuerda al maíz maduro, el contexto arqueológico ha sido fechado hacia el periodo Clásico Tardío (700-850 d. C.).
González Cruz explica que el contexto arqueológico es resultado de varios eventos: el primero consistió en el uso del estanque como un espejo de agua para ver reflejado el cosmos. Es probable que estos rituales, de carácter nocturno, partieran en la gobernanza de K’inich Janaab’ Pakal I (615-683 d. C.), y continuarán durante las de K’an Bahlam II (684-702 d. C.), K’an Joy Chitam II (702-711 d. C.) y Ahkal Mo’ Nahb’ III (721-736 d. C.).