El penacho es un tocado o quetzalapacancayótl. Mide aproximadamente 1.30 metros de altura y 1.75 m de diámetro. Fue manufacturado con plumas de cuatro tipos de aves, distribuidas en cuatro hileras. Las que más sobresalen, por ser las más largas y vistosas, son las de color verde esmeralda, provenientes del quetzal, ave fascinante que habitaba en el sur de México y Guatemala. Esta tonalidad contrasta con la fila de plumaje rojo carmesí proveniente del pájaro tlauhquéchol, descrito como un “ave pequeña muy galana y de pluma muy rica.” La banda de color marrón o café proviene de la piaya o pájaro vaquero o ardilla. Las plumas de tinte azul de un ave de la familia de los cotíngidos. Otros elementos decorativos de oro resaltan la belleza del objeto: 1544 laminillas o lentejuelas en forma de crecientes, así como tres secuencias de discos y escamas cuadradas y redondas. Hoy, muchas de ellas han sido reemplazadas con latón para aligerar el peso del objeto.
La forma semicircular del penacho muestra la complejidad de su manufactura pues un montaje de varias varillas debe dar soporte a toda la pieza. Los artistas amantecas, como se conocía en náhuatl a estos expertos confeccionadores de piezas con plumas, ataron, anudaron y pegaron el plumaje con fibras de agave y algodón para lograr la flexibilidad deseada. No en vano Sahagún en su Historia General de las Cosas de la Nueva España describe, con asombro, el trabajo de estos artífices habitantes de Amatlán.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, no desiste en su empeño de traer de vuelta a México el conocido como Penacho de Moctezuma, en Austria desde el siglo XVI y expuesto en Viena desde el XIX. “Es una actitud muy prepotente del Gobierno austriaco”, ha reprochado durante su conferencia matinal este viernes, en respuesta a una periodista que se ha interesado por este intento de repatriación en particular. “En los últimos tiempos, han argumentado o pretextado que no se puede mover porque se destruye. Es algo que no tiene sustento, consideramos nosotros. La verdad es que no lo quieren entregar”, ha sostenido inamovible.
El famoso tocado, de más de 500 años de antigüedad, es una de las piezas más preciadas de la colección del Museo Etnográfico austriaco, donde se exhibe en una vitrina creada ex profeso para protegerla de cualquier contratiempo, incluidas las vibraciones de un hipotético terremoto. Fue encontrado por primera vez en la colección del archiduque Fernando II en 1596, en el Castillo de Ambras, pero se desconoce cómo llegó a Europa y si realmente perteneció a Moctezuma. En cualquier caso, su valía es incuestionable dado que es el único que se conserva de su tipo. Está compuesto por múltiples plumas de quetzal y más de 1.500 pequeñas piezas de oro y latón, cuya fricción lo convierte en un elemento especialmente frágil y vulnerable.
“Salvo que puedas teletransportarlo, como en Star Trek, el artefacto no puede moverse”, explicó la directora del museo, Sabine Haag, al periódico cuando el Gobierno mexicano intentó hacerse con él por última vez, a finales de 2020. La inmovilidad a la que está sometida la pieza es tal, que ni siquiera lo trasladaron a la galería donde inauguraron su muestra sobre la cultura azteca, en una planta del mismo museo.
López Obrador encargó a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, presidenta del Consejo Honorario de la Memoria Histórica y Cultural de México, la tarea de traerlo temporalmente de vuelta para la conmemoración del quinto centenario de la toma de Tenochtitlán, en 2021, pero la respuesta fue negativa. “Le envié una carta al presidente”, ha recordado hoy el mandatario: “Fue incluso Beatriz, mi esposa, y habló con él, pero me cuenta que estaba rodeado de quienes se oponen”. “Como suele pasar en estos casos, no solo son los Gobiernos quienes se sienten dueños de lo que no les pertenece, sino también asociaciones de expertos, especialistas de esos países”, ha lamentado.
México ha reclamado la devolución del penacho en diversas ocasiones desde 1991, pero la respuesta siempre ha sido la misma. Entre 2010 y 2012 se llevó a cabo un proyecto de colaboración entre México y Austria para conocer el estado de la pieza y valorar la posibilidad de un desplazamiento, pero fue descartada. Los especialistas de ambos países, entre los que se encontraban expertos del INAH, coincidieron en el frágil estado del objeto y concluyeron que todavía no existía una tecnología capaz de anular las vibraciones que implicaría su transporte por agua, tierra o aire.
Las autoridades austriacas se mostraron entonces dispuestas a entregar temporalmente otras piezas para su exhibición. “Les dimos las gracias, pero esa es una demanda que debemos mantener. Hay que recuperar todo lo que se robaron, todo lo que sustrajeron de México, en este caso y en otro”, ha dicho esta mañana López Obrador, que ha resaltado la colaboración de otros países, como Italia. “Van a la subastas y, si no hay documentos y se considera que son piezas robadas de México, las decomisan […], por eso les entregamos la condecoración del águila azteca, porque nos han devuelto muchísimas piezas arqueológicas”, ha reseñado.
Según el presidente, Francia tiene una “actitud distinta”, de no cooperación, y EE UU está empezando a cambiarla ahora, con la devolución de la pieza olmeca más buscada por el Gobierno. “De España también están enviando, sobre todo coleccionistas privados que están ayudando en esta campaña de rescate que se está haciendo a nivel nacional”, ha concluido. Desde el comienzo de la legislatura y hasta marzo de este año, la Administración de López Obrador ha conseguido repatriar más de 11.500 bienes culturales en el extranjero, en lo que se ha convertido en el principal caballo de batalla de su política cultural exterior.