La influencia de Teotihuacán se refleja sobre todo en las artes y en la arquitectura de Mesoamérica. Es en Teotihuacán donde se desarrolló el estilo talud-tablero en la construcción de las pirámides, que consiste en la colocación alternada de una plataforma o tablero, sobre la cima de una pared con forma de talud inclinado. Esto influenció la arquitectura de muchas regiones de México.
Restos óseos de un mono araña de más de mil 700 años constituyen la evidencia más temprana de cautividad de primates, translocación y diplomacia de regalos entre Teotihuacán y los mayas.
El descubrimiento fue realizado por Nawa Sugiyama, arqueóloga antropológica de la Universidad de California Riverside, y un equipo de arqueólogos y antropólogos, quienes desde 2015 han estado excavando en el Complejo Plaza de Columnas en Teotihuacán, México. También se descubrieron restos de otros animales, así como miles de fragmentos de murales de estilo maya y más de 14 mil tiestos de cerámica de una gran fiesta. Estas piezas tienen más de mil 700 años.
Los detalles del descubrimiento han sido publicados en la revista PNAS. Este hallazgo permite a los investigadores reunir evidencia de interacciones de alta diplomacia y desacredita las creencias anteriores de que la presencia maya en Teotihuacán estaba restringida a las comunidades de inmigrantes, dijo Sugiyama, quien dirigió la investigación.
«Teotihuacán atrajo a gente de todas partes, era un lugar donde la gente venía a intercambiar bienes, propiedades e ideas. Era un lugar de innovación», dijo Sugiyama en un comunicado.
«Encontrar al mono araña nos ha permitido descubrir conexiones reasignadas entre Teotihuacán y los líderes mayas. El mono araña le dio vida a este espacio dinámico, representado en el arte mural. Es emocionante reconstruir esta historia viva».
Los investigadores aplicaron un enfoque arqueométrico de múltiples métodos (zooarqueología, isótopos, ADN antiguo, paleobotánica y datación por radiocarbono) para detallar la vida de este mono araña hembra. El animal probablemente tenía entre cinco y ocho años en el momento de su muerte.
Sus restos óseos se encontraron junto a un águila real y varias serpientes de cascabel, rodeados de artefactos únicos, como finas figurillas de piedra verde hechas de jade del valle de Motagua en Guatemala, abundantes artefactos de concha/caracol y lujosos objetos de obsidiana, como navajas y puntas de proyectiles. Esto es consistente con la evidencia del sacrificio vivo de animales simbólicamente potentes que participan en los rituales estatales observados en los escondites dedicatorios de las Pirámides de la Luna y el Sol, afirmaron los investigadores en el artículo.
Los resultados del examen de dos dientes, los caninos superior e inferior, indican que el mono araña en Teotihuacán comía maíz y chiles, entre otros alimentos. La química ósea, que ofrece información sobre la dieta y el medio ambiente, indica al menos dos años de cautiverio. Antes de llegar a Teotihuacán vivía en un ambiente húmedo, alimentándose principalmente de plantas y raíces.
Además de estudiar rituales antiguos y descubrir partes de la historia, el hallazgo permite reconstruir narrativas más amplias, comprender cómo estas poderosas sociedades avanzadas lidiaron con los factores de estrés social y político que reflejan en gran medida el mundo actual, dijo Sugiyama.
«Esto nos ayuda a comprender los principios de la diplomacia, a comprender cómo se desarrolló el urbanismo… y cómo fracasó», dijo Sugiyama.
«Teotihuacán fue un sistema exitoso durante más de 500 años, entendiendo la resiliencia pasada, sus fortalezas y debilidades son relevantes en la sociedad actual. Hay muchas similitudes entonces y ahora. Se pueden ver y modelar lecciones de sociedades pasadas; nos brindan pistas a medida que avanzamos.»