La historia de la Virgen del Carmen se relaciona con el personaje bíblico Elías. En el primer libro de Reyes de la Biblia, se da cuenta de que este profeta subió en varias ocasiones al monte Carmelo, ubicado en Israel, para orar y pedirle a Dios que termine con la sequía que afectaba a su pueblo.
A partir de entonces el Monte Carmelo ubicado al oeste del lago Galileo y cuyo nombre significa jardín se convirtió en un lugar sagrado, hasta donde llegaron a vivir ermitaños que se dedicaban a rezar y que con el paso de los siglos fueron llamados carmelitas.
Estos hombres que se entregaron a la oración y a la penitencia en el desierto, comenzaron con los años a invocar a María con el nombre de “Santísima Virgen del Monte Carmelo”.
En tiempos difíciles es cuando los hombres nos aferramos a nuestra última esperanza, la fe; y es justo en este momento después de más de dos años de pandemia, de escasez de camarón, de trabajo, de oportunidades y de apoyos, cuando los marineros y pescadores recurren a un Ser Supremo que les ayude a mantener la salud y la fuerza, para seguir lanzándose a la mar en busca del sustento para sus familias.
El 16 de julio es un día de fiesta para quienes se dedican a las labores de pesca, no solo en el mar sino también a quienes con su lancha buscan en ríos y lagunas capturar pescado para obtener algo de dinero y llevar a sus casas. Es el día de la Virgen del Carmen, la patrona de los marineros y de los pescadores.
Martín Purata Cuervo recién acaba de cumplir los 65 años; nos dice que tiene algunas complicaciones para poder caminar debido a una caída que sufrió desempeñando su trabajo de motorista, que por casi 30 años ha realizado en los barcos camaroneros.
Explica que esta labor cada año es más complicada, pues años atrás no tenían que alejarse tanto en el mar, pues con solo salir a las escolleras podían capturar una buena cantidad de camarón para traerlo a las bodegas.
Ahora el panorama es muy distinto, pues hay que navegar hasta el norte frente a la costa de Matamoros o hasta al sur en Campeche para buscar al crustáceo que cada año escasea aún más.
Con respecto a la fe y a la Virgen del Carmen, señala que es obligatorio detenerse por un instante frente al monumento ubicado en los patios de la Minera Autlán, para pedirle que les vaya bien, que les ayude a obtener una buena pesca y que no sufran ningún incidente, al tiempo de sentenciar “yo sí creo, tenemos que creer en algo; si no, ya valiste”.