La quema del “viejo” es una tradición que se celebra en diversas regiones del sur de México. Representa la despedida del año viejo quemando o tronando simbólicamente todo lo negativo del año que se va. Es un ritual de renovación para dar la bienvenida al año nuevo.
Unos días antes del fin de año, se fabrica un muñeco en cuyas “tripas” se combinan papel, trapo, hojas de plátano secas y cohetes pirotécnicos. A este viejo, que representa al año que ya está en las “últimas”, lo visten con harapos: pantalón, camisa, zapatos, paliacate, sombrero y casi siempre se le coloca en los labios un puro o un cigarro. El 28 de diciembre se sienta al viejo frente a las casas con una lata y un letrero que dice “una limosna para este pobre viejo que ha dejado hijos para el año nuevo”. Ahí se queda el viejo sentado, viendo pasar su suerte y quedando a merced de la misericordia de los transeúntes, hasta el 31 de diciembre, día en que se realiza “el paseo del viejo”. En algunos lugares acostumbran acostar al viejo moribundo en una camilla, en otras simplemente lo llevan cargando mientras sale a recorrer las casas acompañado de sus comparsas: bailadoras, jaraneros, músicos, y un séquito que incluye a una viuda embarazada, la madre del año nuevo, en cuyo fandango cantan:
Una limosna para este pobre viejo
que ha dejado hijos
para el año nuevo.
A don Ferruco
lo vamos a quemar,
porque los villistas
lo quieren matar.
Ya se va el viejo
muriéndose de risa
porque esta noche
lo vuelven ceniza.
Con el dinero recaudado en la lata se compran dulces para los niños, y cohetes para prender fuego al viejo a la media noche. Esta tradición es originaria de los Tuxtlas y de la Cuenca del Papaloapan, en Veracruz, pero se ha extendido a otros estados como Oaxaca, Chiapas, Yucatán y Tabasco, en donde se representa con algunas variantes. En la zona de las montañas incluso se lleva a cabo una representación teatral. En Xalapa, el viejo es representado por una persona disfrazada con harapos y una máscara o barba blanca y sombrero que va bailando son jarocho y cantando las coplas junto a su comparsa por las puertas de las casas.