A medida que envejecemos, ocurren cambios naturales en la estructura cerebral, pero durante la pubertad y al inicio de la adolescencia, el organismo de los jóvenes experimenta un crecimiento tanto en el hipocampo como en la amígdala, regiones del cerebro que controlan respectivamente el acceso a ciertos recuerdos y modulan las emociones. Al mismo tiempo, el tejido del córtex, región involucrada en el funcionamiento ejecutivo, se hace más delgado.
Un estudio publicado recientemente encontró que la pandemia de COVID-19 dejó secuelas potencialmente graves en el cerebro de adolescentes. Un grupo de científicos que se encontraban realizando una investigación a largo plazo sobre la depresión en la pubertad, obtuvieron resultados preocupantes sobre los efectos de la pandemia en los cerebros de adolescentes. Y es que factores como el estrés ocasionados por el confinamiento hicieron que este órgano envejeciera algunos años de más.
Según explica el estudio Effects of the COVID-19 Pandemic on Mental Health and Brain Maturation in Adolescents publicado1 de diciembre de 2022 en la revista Biological Psychiatry: Global Open Science, estos cambios acelerados en el envejecimiento solo se habían observado en niños que habían sufrido rechazo, violencia o disfunción familiar.
¿Qué pasó con el cerebro de adolescentes durante la pandemia de COVID?
“Durante la pubertad y al inicio de la adolescencia, el organismo de los jóvenes experimenta un crecimiento tanto en el hipocampo como en la amígdala, regiones del cerebro que controlan respectivamente el acceso a ciertos recuerdos y modulan las emociones. Al mismo tiempo, el tejido del córtex, región involucrada en el funcionamiento ejecutivo, se hace más delgado”, señala un artículo de la UNAM.
Tras analizar las imágenes de resonancia magnética de un grupo de 163 niños y adolescentes tomadas antes y durante la pandemia, el grupo de investigadores descubrió que este proceso aceleró mientras se encontraban confinados por el COVID-19. Aún no está claro si estos cambios serán permanentes o si en algún momento su edad cronológica se sincronizará con la de su cerebro envejecido. Tampoco se conoce cuáles serán los resultados en el futuro, si es que estos adolescentes serán más propensos a deterioros cognitivos u otros problemas de salud mental pero es posible que haya serias consecuencias en la edad tardía de toda una generación de adolescentes.
Ian Gotlib, profesor de psicología en la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad de Stanford y principal autor del estudio, seguirá al grupo de jóvenes hasta que lleguen a la adultez para descubrir los efectos a largo plazo de estos cambios cerebrales, también planea monitorear su estado de salud mental y comparar la estructura cerebral de los infectados por COVID-19 con la de los no infectados para hallar diferencias.