El multipremiado escritor Jorge Volpi, integrante destacado de la llamada Generación del Crack, cautivó a cientos de jóvenes durante su participación en el ciclo Mil jóvenes con…, un espacio emblemático del programa FIL Joven en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
En esta ocasión, la escritora y editora Rosa Beltrán fue la moderadora. Ambos escritores se transformaron. Volpi se convirtió en Gregorio Samsa, protagonista de La metamorfosis, novela escrita por Franz Kafka, y Beltrán fue Felice Bauer, la novia de Kafka. Así, cada uno con su personaje, comenzaron a leer un texto con ideas sobre la ficción y su papel en la vida humana. El discurso combinó elementos científicos, literarios, históricos y filosóficos. Además, proyectaron videos con imágenes del comienzo del mundo, las historias contadas en las pinturas rupestres hasta los relatos contemporáneos.
Pidieron a los jóvenes cerrar los ojos y sentir “toda la energía y la masa del universo concentradas en la punta de una luz, una densidad tan colosal que la curvatura del espacio-tiempo tendía al infinito. Ese momento inicial, una singularidad incomprensible, dio origen a todo lo que conocemos: galaxias, soles, océanos, ballenas… y hasta Britney Spears. Desde entonces, el universo se expande, y aunque no sabemos si su expansión será eterna o colapsará en un destino calamitoso, aquí estamos: criaturas conscientes, moldeadas por la ficción y la memoria”, leyeron Volpi y Beltrán.
“Abramos los ojos. Estamos rodeados de narrativas. ¿Cuántas de nuestras verdades son meras construcciones? En el arte, en la literatura, en la religión, incluso en la ciencia, vivimos inmersos en relatos que estructuran nuestra percepción del mundo. Ficciones como la propiedad privada o las leyes naturales han sustentado civilizaciones. Desde los mitos antiguos hasta las fórmulas matemáticas, todo puede entenderse como un entramado de historias, algunas efímeras, otras perdurables”.
Volpi y Beltrán comentaron que los primeros vestigios de nuestras ficciones aparecen en cuevas iluminadas por hogueras. Allí, nuestros ancestros inventaron relatos sobre la caza, dotándolos de detalles imaginados. Esas narraciones no sólo servían para entretener, sino para consolidar identidades colectivas. De esa chispa surgieron las epopeyas que hoy nos inspiran: La Ilíada, La Odisea y los mitos fundacionales que se transforman a lo largo de las épocas.
¿Y qué decir de Franz Kafka, quien una mañana de 1912 imaginó a Gregorio Samsa despertando transformado en un bicho? La ambigüedad de La metamorfosis — ¿es literal o simbólica? — es un recordatorio de que las ficciones son un espejo distorsionado, capaz de reflejar nuestras ansiedades y obsesiones. En el fondo, no importa si Gregorio es un insecto o sólo cree serlo: lo relevante es lo que su condición revela sobre nuestra humanidad.
La ficción no es solo un escape, indicaron ambos escritores, sino una herramienta esencial para la humanidad. Es el puente entre lo que es y lo que podría ser, entre lo tangible y lo imaginado. En un mundo saturado de narrativas, reconocer y reflexionar sobre la naturaleza de nuestras ficciones nos permite comprender mejor quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos.
Jorge Volpi, dijo que vivimos y respiramos ficciones. Son nuestras herramientas para darle sentido al caos, para conectar con los demás, para soñar. Y si algún día el universo cesa su expansión y colapsa en un último suspiro, quizá las historias sean lo único que quede. Porque, después de todo, somos relatos dentro de relatos, un mosaico infinito de posibilidades. Pidió a los jóvenes construir una ficción donde la humanidad y la equidad sean posibles.
Cuando un joven del público le preguntó cuál era la ficción que más ha hecho daño a la humanidad, Volpi señaló: “Nuestra obsesión con las pequeñas diferencias. Aunque la biología demuestra que todos los humanos somos casi idénticos, nos enfocamos en lo que nos separa: el género, el color de piel, las ideas. Estas diferencias se usan para discriminar y agredir, desde la infancia hasta la adultez, generando machismo, homofobia, transfobia, sexismo y prejuicios basados en creencias, ideologías o el lugar de origen”.
La segunda ficción, añadió, son las fronteras, líneas imaginarias que determinan radicalmente las oportunidades de vida. Nacer de un lado de una frontera, como entre Gaza e Israel, o entre Tijuana y San Diego, define derechos y expectativas. “El derecho básico de elegir dónde vivir debería ser universal, pero las políticas como las de Trump, que expulsan a migrantes que buscan una vida mejor, demuestran lo cruel e inhumana que es esta ficción”, dijo.
Los jóvenes de la Preparatoria número 9 de la Universidad de Guadalajara al final de la charla levantaron pancartas donde indicaron que Volpi era su inspiración.