Ahora que además de la temporada de calor, empieza la de desbandadas partidistas, y que algunos personajes de la política campechana se promocionan como los grandes líderes de masas por llevar algunas decenas de “nuevos” simpatizantes a tal o cual partido, vale la pena echar una mirada a ocasiones anteriores, para ver quién es quién en eso de las desbandadas.
En Campeche, el PRI gobernó hasta el 2021, y lógicamente ha sido, y sigue siendo el partido que más militantes y simpatizantes ha perdido por sus malas decisiones y la incapacidad de algunos de sus principales personajes para negociar y conciliar con aquellos a quienes en ciertos momentos no les brindan los espacios o las oportunidades que buscan, y que por supuesto sienten merecer.
Quizá el primer ejemplo lo encontramos en 1988, cuando a la popular maestra Rosa María Martínez Denegri, quien fuera la principal operadora política de Carlos “El Negro” Sansores, la hicieran a un lado de la candidatura a la alcaldía de Campeche para dársela a Jorge Luis González Curi, lo que provocó la renuncia de la conocida líder magisterial al PRI, y su afiliación, junto con un gran número de seguidores, al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, del que llegó a ser líder nacional por la gran fuerza popular y capacidad de operación que demostró tras colocarlo como la segunda fuerza política del estado, siendo su candidata a gobernadora en 1991.
La segunda gran desbandada la encabezó en 1997 la actual gobernadora, Layda Sansores San Román, quien siendo senadora por el PRI, y teniendo claro que estaba fuera de la lista y del ánimo tanto del entonces gobernador como del presidente Ernesto Zedillo (los favoritos eran Carlos Sales, Antonio González, e incluso el delfín caído del gobernador, Gabriel Escalante), junto con un gran número de simpatizantes, y sacando del retiro a algunos experimentados ex colaboradores de su padre, hicieron una intensa campaña bajo las siglas del PRD, que se quedó muy cerca de consolidar un triunfo electoral que de acuerdo al decir popular, sí se logró en las urnas.
Tuvieron qué pasar más de 20 años para que otro liderazgo de calibre similar a los que ya mencionamos, fuera orillado a dejar su militancia priísta, y el mérito es del actual líder nacional priísta Alejandro Moreno, quien desde su llegada a la gubernatura de Campeche emprendió una enfermiza persecución contra todo aquello que le recordara a quien fue su más directo contendiente por la candidatura del 2015, el entonces senador Raúl Pozos Lanz.
Si bien Pozos y su gente demostraron su muy conocida institucionalidad, y “aguantaron vara” durante la mayor parte del gobierno de “Alito”, viendo que en el PRI no les abrirían las puertas ni aunque las quemaras, porque la candidatura a gobernador estaba endosada con sangre para Christian Castro Bello (sobrino de Alejandro Moreno), la descomposición del PRI que la soberbia que Alejandro Moreno y Enrique Peña jamás aceptaron, provocó un éxodo masivo de operadores priístas (dirigentes seccionales, ex diputados, ex secretarios, regidores, consejeros, delegados, entre otros), que contados por cientos hicieron pública su renuncia a través de las redes sociales, y que bajo el hashtag #MevoyconPozos, se sumaron a miles de simpatizantes de más de 400 localidades de todos los municipios del estado que hicieron público su respaldo a Pozos, quien semanas después anunció su adhesión al proyecto de Layda Sansores para buscar la gubernatura de Campeche.
Sansores y Pozos, ambos damnificados por la cerrazón, la soberbia y la falta de oficio político de personajes a los que el tiempo y la historia les han cobrado por sus malas decisiones, hicieron una gran mancuerna, que sin duda fue determinante para el incuestionable triunfo sansorista de 2021 (y que se sumó al silencioso descontento de muchos militantes y simpatizantes priistas que en privado manifestaban su intención de no respaldar las imposiciones de Alito, y votar en contra de sus candidatos), y sigue siendo un soporte indispensable para que Morena pueda mantenerse o crecer aún más en los procesos por venir.
Y después de todo este rollo histórico, podemos sacar algunas reflexiones
1.- Las 3 grandes escisiones que ha sufrido el PRI en Campeche, están estrechamente vinculadas al sansorismo, una fuerza política que en los años 70 del siglo pasado creció tanto, que fue objeto de recelo del entonces presidente José López Portillo.
2.- Cuando se está en la cima del poder, los partidos y los gobernantes suelen confiarse de su posición, descuidar las estructuras y relaciones que le sostienen, y subestimar las consecuencias.
3.- La pérdida de liderazgos de gran relevancia, representa para los partidos una enorme transferencia no sólo de simpatizantes, sino de operadores con gran experiencia y capacidad para la consolidación de triunfos electorales.
En conclusión, la política es como la cocina. Para que una receta salga bien, hay qué cuidar el equilibrio entre los ingredientes, y saber cuál le va a dar el mejor sabor al platillo.