¡Vaya, vaya, vaya! Si creíamos que el PRI en Yucatán ya no podía caer más bajo, llegó Gaspar Quintal Parra a demostrarnos que siempre se puede cavar un poquito más. Y vaya que lo hizo con estilo en su breve y desastrosa gestión, Gaspar no solo dividió y excluyó, sino que también tuvo el toque mágico de convertir al PRI en un partido irrelevante. ¡Bravo, Gaspar! Un logro que pocos podrían reclamar.
En un acto de soberbia digna de telenovela, nuestro querido Gaspar Quintal logró hacer lo impensable: provocar un éxodo masivo de figuras clave del PRI hacia Morena. Nombres con peso político como Pablo Gamboa, Mauricio Sahuí y Jorge Carlos Ramírez se cansaron de su circo y se fueron a buscar un refugio más sensato y mientras tanto, Gaspar, desde su trono en la Casa del Pueblo, observaba cómo su ego inflado contribuía a la debacle del partido.
Renán Barrera: Una victima víctima más de la soberbia de Gaspar
El pobre Renán Barrera Concha, quien seguramente no podía imaginar que su derrota frente a Joaquín Díaz Mena de Morena sería tan amarga, debe agradecerle a Gaspar por ello. La fragmentación interna y la falta de liderazgo efectiva bajo Quintal fueron el toque final para una campaña ya de por sí complicada. ¿Y el resultado? Una derrota humillante y un PRI desmoronado.
Cifras de terror: El 𝐏𝐑𝐈 al borde del abismo
Las cifras no mienten el PRI en Yucatán perdió todas sus diputaciones locales, no logró ningún distrito federal ni la senaduría, y de los 41 municipios, solo consiguió 16, de los cuales 14 fueron en coalición. Sí, leyeron bien, 16. Y para colmo de males, solo logró un poco más de 35 mil votos, ni siquiera alcanzando los 50 mil votos que le sumó Vida Gómez y su familia a Morena. ¿Y qué obtuvo Gaspar a cambio? ¡Una fiesta de autodestrucción que culminó con el PRI obteniendo solo el 3% de la votación! ¡Un logro monumental! Casi un acto de magia, pero en negativo.
Un hombre, un partido, un desastre
El nombre que quedará grabado en la lápida política del PRI Yucateco no es otro que Gaspar Quintal Parra. Un hombre que con su ego y falta de visión llevó a su partido al borde del abismo, y quizá, un poco más allá mientras el PRI se tambalea al borde de perder su registro, solo queda decir: ¡Bravo, Gaspar! Has hecho lo que parecía imposible destruir desde dentro un partido con décadas de historia.
𝙔 𝙖𝙨í, 𝙚𝙡 𝙋𝙍𝙄 𝙚𝙣 𝙔𝙪𝙘𝙖𝙩á𝙣 𝙨𝙚 𝙙𝙚𝙨𝙥𝙞𝙙𝙞ó 𝙘𝙤𝙣 𝙪𝙣 𝙩𝙧𝙞𝙨𝙩𝙚 𝙖𝙙𝙞ó𝙨, 𝙜𝙧𝙖𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙖 𝙡𝙖 𝙨𝙤𝙗𝙚𝙧𝙗𝙞𝙖 𝙮 𝙚𝙡 𝙙𝙚𝙨𝙖𝙨𝙩𝙧𝙚 𝙤𝙧𝙜𝙖𝙣𝙞𝙯𝙖𝙩𝙞𝙫𝙤 𝙙𝙚 𝙪𝙣 𝙨𝙤𝙡𝙤 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚. ¡𝙃𝙖𝙨𝙩𝙖 𝙣𝙪𝙣𝙘𝙖, 𝙋𝙍𝙄! 𝙔 𝙜𝙧𝙖𝙘𝙞𝙖𝙨, 𝙂𝙖𝙨𝙥𝙖𝙧, 𝙥𝙤𝙧 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙚𝙨𝙥𝙚𝙘𝙩á𝙘𝙪𝙡𝙤 𝙞𝙣𝙤𝙡𝙫𝙞𝙙𝙖𝙗𝙡𝙚.