Puede que el éxito de los muñecos de trapo resida en que son “muñecos naturales hechos con cariño”. En un mundo lleno de plástico y de “producción en cadena”, no es raro, que llame más la atención aquellos productos sostenibles hechos a mano con materiales biodegradables con el objetivo de premiar la calidad antes que la cantidad. Este es el caso, de la fabricación de los muñecos de trapo.
En uno de los barrios populares de Playa del Carmen, Quintana Roo (sureste de México), donde la delincuencia, la marginación y la violencia de género son comunes, un grupo de mujeres crearon el taller de costura Tejedoras de Sueños, donde reciclan telas donadas por hoteles de la zona. El proyecto se inició hace poco más de un año, cuando amas de casa y madres solteras idearon la fabricación de «Ma´ax», un pequeño mono araña que se hace con restos de sábanas, manteles y uniformes de los trabajadores y que se venden en tiendas que están dentro de varios hoteles.
Sentada detrás de la máquina de coser y mientras sostiene entre las manos las piezas ya planchadas y recortadas con precisión, Juana Isabel Romero Torres recuerda que su llegada a Tejedoras de Sueños fue durante una de las etapas más difíciles de su vida: un proceso de divorcio en plena pandemia y con tres hijos que la necesitaban.
Juana Isabel enfrentó las burlas de gente que no creía que los turistas estuvieran interesados en comprar muñecos de trapo viejo.
«Hubo personas que se reían de mí, me vieron haciendo los muñecos y me decían ¿quién te los va a comprar? y yo les decía que mis muñecos son arte, para gente que sí sabe apreciar el trabajo de una mujer», señala.
A la mujer este trabajo la hace sentirse orgullosa no solo de ella sino de sus compañeras pues, asegura, nunca imaginaron el alcance que tendrían.
«Tenemos oro en nuestras manos, sinceramente, tenemos oro, entonces entre más nos compren más hacemos y más generamos», sostiene.
A la fecha, son más de 2 toneladas de productos textiles reciclados que han logrado transformar en muñecos de trapo.
Maquinaria limitada
Las 15 trabajadoras que trabajan en este proyecto se enfrentan a muchas limitantes como tener una sola máquina industrial de coser y una pequeña trituradora de tela que se calienta constantemente, mientras los pedidos no dejan de llegar y cada vez en mayor escala.
Idalia Domingo Rojas tiene dos hijos, la más pequeña apenas cumplió 3 meses. Por las mañanas aprovecha los servicios de la pequeña ludoteca que habilitaron dentro de la misma casa donde tienen su centro de operaciones.
Desde el cuarto donde está el área de corte y la máquina de coser, las jóvenes madres pueden ver lo que hacen sus hijos mientras ellas siguen trabajando.
Elvia Chimal Balam también lleva el trabajo a casa: además de las labores diarias como hacer la comida y cuidar a sus hijos, dedica cinco horas diaria a la elaboración de los muñecos de trapo.
«Estoy en la casa trabajando y sé que tengo un compromiso, para mí es un trabajo, yo saco mi tiempo, dedico cinco horas para costurar y las demás, soy ama de casa», afirma.
Elvia reconoce que el trabajo en Tejedoras de Sueños llegó justo cuando su familia necesitaba más el dinero.
«Estaba lo de la pandemia, mi esposo se quedó sin trabajo y me dicen de este trabajo y dije ‘yo sí quiero entrarle’, porque pues es costura y a mí sí me gusta la costura, me gusta todo eso», comentó.
Economía Circular
Alejandra Leyva, directora de la fundación RCD (que proporciona las telas de RCD Hoteles), dice a EFE que a través de este proyecto buscan fomentar la economía circular, el empoderamiento de las madres de familia y la conservación del medioambiente, pues a nivel mundial la industria textil está considerada como una de las mayores contaminantes.
Los muñecos de trapo que fabrican actualmente tienen presencia en la Riviera Maya y también una ballena que aún no tiene nombre y que envían a hoteles de Los Cabos, Baja California Sur, al norte del país, se hacen con textiles reciclados.
«Todos los botones y todas las piezas son hechas de material reciclado, los botones son recuperados de las playeras (camisetas) o de las camisas de lo que nosotros recibimos de los uniformes de los hoteles y en el caso de «Ma´ax» la gama de colores que podemos encontrar vienen de las telas y mantelería que vamos recibiendo», detalla.