¡Awww ternurita! Checo Pérez visita a Hachikō en Japón

by Liz Morales

Japón ha regresado al calendario de Fórmula 1 después de un par de ausencias debido a la pandemia y esas son buenas noticias para los amantes del automovilismo, y es que el circuito de Suzuka cuenta con una gran historia. Los pilotos de la escudería Red Bull ya están en el país del sol naciente previo al Gran Premio de Japón.

Y para aprovechar su estancia salieron a las calles a disfrutar de la comida y algunos de los lugares más emblemáticos del territorio. Checo correrá por primera vez en Japón como piloto de Red Bull, que mostrará en sus autos el logo de Honda, el proveedor de motores y que es de origen Japonés, por lo cual de alguna manera Checo y Max Verstappen, quien se puede coronar como bicampeón, serán locales.

En uno de sus recorridos, Sergio Pérez y Max Verstappen, se acercaron a ver la icónica estatua de Hachikō, el perro que murió esperando a que su dueño regresará por él. El próximo GP de Japón se llevará a cabo del 7 al 9 de octubre en el circuito de Suzuka, algo que ‘Checo‘Pérez ha calificado como una “pista es súper especial, sobre todo el primer sector, y es, sin duda, uno de los mejores del mundo”.

¿Quién fue Hachikō?

Hachikō, un perro de raza Akita Inu, protagonizó una de las historias más conmovedoras que ha dado vuelta al mundo, y que ha sido adaptada en varias ocasiones al cine; sin embargo, la versión más conocida es Siempre a tu lado (2009), protagonizada por Richard Gere. El can ha sido un símbolo de lealtad y amor incondicional, por ello su estatua se ha convertido en una de las atracciones más visitadas en Tokyo.

Hidesaburō Ueno, dueño de Hachikō, recibió al perro como un regalo para su hija, a mediados de la década de los veinte del siglo pasado. Ueno estableció un fuerte vínculo con el animal, ya que su hija lo dejó a su cuidado cuando cumplió la mayoría de edad y se casó. El dueño de Hachikō salía todas las mañanas a la estación de trenes en Shibuya, Tokio, y como acompañante tenía a Hachikō.

Lo curioso de la historia radica en que el can llegaba algunos minutos antes a la estación para regresar a casa con Hidesaburō, cuando el hombre se bajaba del tren por la tarde. Un día Ueno sufrió un ataque al corazón que terminó con su vida por lo que nunca tomó el tren de regreso a casa.

No obstante, la rutina de Hachikō no se modificó y cada tarde regresó a la estación de trenes para esperar a su dueño. Esta travesía se repitió durante nueve años hasta que el perro falleció en 1935, a los 11 años de edad.

Antes de su muerte, en 1934, se erigió una estatua de bronce en el lugar en el que esperaba a su Ueno. Sin embargo, debido a la demanda de bronce en Japón durante la Segunda Guerra mundial obligó la estatua fue fundida para fines bélicos. Finalmente, en 1948 la estatua del fiel Hachikō se reinstaló en su antigua sede.

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