AstraZeneca, la farmacéutica Británica, ha reconocido oficialmente ante un tribunal que su vacuna contra el COVID-19 puede causar trombosis, un hallazgo revelado tras enfrentar una demanda colectiva por casos de personas afectadas por la vacunación durante la pandemia. Este sorprendente giro en la historia de la vacunación plantea nuevas preguntas sobre la seguridad y eficacia de las vacunas en la lucha contra la enfermedad.
El lunes 29 de abril, AstraZeneca hizo una revelación crucial ante un Tribunal de Justicia Británica su vacuna contra el COVID-19, que fue ampliamente utilizada en todo el mundo para combatir la pandemia, sí puede desencadenar trombosis, una condición potencialmente peligrosa que, en algunos casos, puede ser fatal. Esta admisión se produce después de una investigación exhaustiva sobre una demanda colectiva presentada por pacientes que experimentaron lesiones graves, e incluso la muerte, después de recibir la vacuna.
El diario Británico The Telegraph fue el primero en informar sobre la demanda colectiva y la investigación en curso, destacando los casos de pacientes cuyas vidas se vieron afectadas por las complicaciones de la vacunación. Esta situación llevó a que AstraZeneca tuviera que reconocer públicamente el riesgo asociado con su vacuna, un paso significativo en el camino hacia la transparencia y la responsabilidad en el ámbito farmacéutico.
Además de la investigación del diario y la demanda de los afectados, tanto compañías farmacéuticas como la Universidad de Oxford emprendieron sus propias investigaciones, confirmando la existencia de este efecto secundario particular. Este descubrimiento obligó a enfrentar las consecuencias de sus acciones y a asumir la responsabilidad por las lesiones y complicaciones experimentadas por los pacientes.
A pesar de las preocupaciones iniciales sobre la seguridad de la vacuna, AstraZeneca continuó distribuyendo su producto a nivel mundial como parte de los esfuerzos para combatir el COVID-19. En 2021, algunos países de la Unión Europea expresaron preocupaciones y se negaron a distribuir la vacuna entre su población sin embargo, tras este rechazo, se tomaron medidas para donar dosis a países con recursos limitados, permitiendo que más personas tuvieran acceso a la vacunación, incluyendo a grupos vulnerables como los adultos mayores en México.
AstraZeneca había declarado previamente que los efectos secundarios podrían variar según la edad del paciente, descartando el riesgo en personas mayores de 60 años que recibieron la vacuna. Sin embargo, casos como el de Jammie Scott, un padre de familia que sufrió una lesión cerebral permanente después de recibir la vacuna en 2021, demuestran la gravedad de las complicaciones que pueden surgir, independientemente de la edad del paciente.
La admisión sobre el riesgo de trombosis en su vacuna contra el COVID-19 destaca la importancia de una evaluación continua de la seguridad y eficacia de las vacunas. Este caso subraya la necesidad de una mayor transparencia por parte de las empresas farmacéuticas y un seguimiento riguroso de los efectos secundarios para garantizar la confianza del público en el proceso de vacunación.