Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) revelaron a el esplendor de las estructuras mayas ubicadas en el grupo principal de la zona arqueológica de Ichkabal, en Quintana Roo, en las que trabajan desde hace meses para que desarrolle su potencial y se convierta en uno de los mayores atractivos de la ruta del Tren Maya.
Lo curioso del caso, es que las monumentales edificaciones de esta ciudad estaban cubiertas por formaciones selváticas, lo cual hizo difícil su descubrimiento en otras épocas de grandes hallazgos arqueológicos. Razón por la que hoy causa tal impacto, considerando su importancia histórica y cultural.
Lo curioso del caso, es que las monumentales edificaciones de esta ciudad estaban cubiertas por formaciones selváticas, lo cual hizo difícil su descubrimiento en otras épocas de grandes hallazgos arqueológicos. Razón por la que hoy causa tal impacto, considerando su importancia histórica y cultural. En los años 30, fue el arqueólogo César Lizardi Ramos quien registró aproximaciones a este descubrimiento cerca de la zona de Ichkabal.
Ubicada a sólo 30 kilómetros de lo que será la estación Bacalar del proyecto ferroviario, la ciudad maya fue descubierta hace 28 años, pero este 2022 entra en una etapa de investigación profunda con vistas a su apertura. El sitio, que durante casi un siglo evadió la llegada de los investigadores, comienza a mostrar sus monumentales pirámides para enriquecer el conocimiento sobre la cosmogonía y la grandeza de esa civilización mesoamericana.
Margarito Molina, director del Centro INAH Quintana Roo, detalló aspectos del paraíso al que pronto se dará acceso al público, y que “se vincula al Tren Maya porque el proyecto presidencial integra la infraestructura con el patrimonio cultural en términos materiales y arqueológicos”. Molina prevé la revitalización de la cultura viva en la región, de la mano de dependencias como la Secretaría de Cultura federal y el mismo INAH.
La zona ritual y milenaria de Ichkabal, considerada una de las urbes más grandes e importantes del área maya del periodo preclásico tardío en el actual México. La sensación de tiempo detenido comienza desde la pequeña población que da acceso: El Suspiro. La brecha de más de 20 kilómetros que conduce a la zona arqueológica está rodeada de vegetación tupida con tramos en los que apenas cabe un automotor.